Rapsodia morisca
BOCETOS DEL NATURAL
RAPSODIA MORISCA
Festival Internacional de Música y Danza; actuaciones en
el palacio de Carlos V, Generalife y Auditorio Manuel de Falla. 1984, A.M.G.R
RA la hora del concierto.
Centenares de coches pasaban como una exhalación por los bosques de la Alhambra. En el camino las llamas de las farolas oscilaban movidas por el viento. Al través 1 (sic) del ramaje del ramaje de la arboleda veíanse por las cuestas desfilar, vestidas con trajes claros, figuras á que la distancia y la imaginación daban aspecto de sombras morunas que revivían para poblar de nuevo aquellos encantados lugares y las cercanías del alcázar árabe.
Las luces errantes de los carruajes daban á éstos aspecto de una procesión fantástica y silenciosa.
Hasta el portillo abierto en la muralla, y convertido en puerta, llegaba el resplandor de los focos eléctricos del palacio de Carlos V.
El genio de la música, como voz divina, agitaba con sacudimientos de vida al ingente coloso petrificado. Ni eran zegríes ni abencerrajes, ni eran cortesanos del gran Emperador los que ocupaban el recinto. La gran fiesta del arte congregaba en el patio circular destechado y en las amplias galerías á los caballeros y á las bellas de Granada. Aquel lugar más parecía templo que palacio, con el cielo por techumbre. Coronas de laurel y guirnaldas de flores ornaban arcos u columnas. Puestos los ojos en el mago de la música, todos escuchaban con religioso silencio. En vibraciones suavísimas y en frases valientes y vigorosas parecían venir del alcázar de Alhamar los sonidos que en sus instrumentos despertaba la orquesta. Si la vida es un sueño ¡qué sueño más hermoso el que inunda el alma con los torrentes del arte!
Aún flotaban en el espacio las últimas notas de la orquesta, cuando los bosques de la Alhambra ardían en incendio fantástico. Las bengalas enrojecían los torreones vetustos y arrojaban claridades de luna sobre las cuestas. Por ellas descendían á la ciudad las moras cristianizadas, perfumando las alamedas. Mientras, allá en lo alto, el palacio de Carlos V volvía á quedar muerto en la obscuridad.
Que solamente los gnomos de la música pueden resucitarle.
Gil Griman, Rodolfo. El país de los sueños: páginas de Granada, Granada: Tip. Lit. Paulino, 1901.
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(1) Se ha respetado en todo momento la grafía del documento original.